🌿 El lápiz de las dríades 🐦✨️

Dicen que, cuando el viejo árbol que habitan se muera, ellas morirán con él . Que las dríades -las hermosas ninfas que pueblan cada rincón entre todas las hojas del mundo... entre raíces, ramas y flores- en sus manitas solo tienen el tiempo con el que cuenta el árbol al que están unidas . La tarde que las vi por primera vez , una de esas tardes luminosas y tibias de principios de febrero en las que la vida se afana por renacer con tanta fuerza que es imposible que, sobre la tierra, haya alguna criatura -por anciana o niña que sea- que no perciba esa lucha, que no se estremezca ante ese grito mudo. John William Waterhouse,  Hamadríade  (1895) Que no alce los ojos al cielo y suspire de alivio: - Ya se van -se oirá decir a todos los ojos, muy bajito, casi con miedo-: las sombras, todas las sombras se van ya ... Esa tarde -decía-, las dríades me hicieron un regalo:  el precioso lápiz que unos duendes elaboraron para mí , siglos atrás , con madera de espino blanco y unas poqu...

Habitación de hotel

Ottilia Adelborg (1892)
No sé cómo se llama. En realidad no sé nada de ella. Solo el nombre del dueño de los dedos que la retrataron en 1931: Edward Hopper.
Edward Hopper, "Habitación de hotel" (1931)

Y el color del que estaban pintadas las paredes de su habitación de hotel.

Blanco. Que es lo mismo que ninguno. Ninguno como su nombre. Como su rostro que solo se muestra, ensombrecido, a la mitad. Como las letras que deberían estar escritas en el libro gordo que sostiene entre las manos, pero que no están. O que yo no veo.

Nadie es ella y nada la rodea. Bueno, sí. Que la rodea el vacío. Y la rodea la soledad. Que no son poca cosa. Ni el uno ni la otra. Que no es poco lo que le pesan en la espalda a quien los lleva a cuestas. Y nosotros despreciándolos porque el primero no se ve. Y a la segunda se le huye.

Estaba encaramada en un hueco del Museo Thyssen - Bornemisza la primera vez que la vi, una mañana de marzo de hace tres años. Una mañana fría. Y se mostraba a los ojos que ascendían por la rampa así, medio desnuda. Las maletas hechas. La cama que apenas tenía interés en deshacer.

Se irá mañana. Pensé al pararme frente a ella. La mujer de piel pálida que lleva la espalda encorvada por el peso del vacío y la soledad se irá mañana del hotel. Y por eso no deshace la maleta. Y por eso se sienta en la cama frente a un libro sin letras a esperar que pasen las horas. Para seguir huyendo.

Mañana.

Seguir huyendo... Ajena a que es de ella de quien hablan los poetas cuando escriben soledad.

Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 7 de julio de 2013 en Trabalibros. Red de libros, libros en red (en línea)

"Beato de Fernando I y doña Sancha" (BNE Vitr/14/2). Detalle
✨️✨️ No te vayas, peregrin@, sin dejar un comentario... 🙏🏻 Que, mientras esté formulado desde el respeto, será muy bien recibido 🙃✨️✨️
✨️ Lola ✨️

Comentarios