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En la place du Tertre una pintora me retrató: tomó una de las láminas con las que trabajaba y, sentándose en una sillita frente a mí, comenzó a arrancar de aquel papel mi rostro. Mi rostro surgiendo sin prisa sobre un papel de París. A las órdenes de unos dedos desconocidos que, en tanto dibujaban, parecían retener reguerillos de mi propia alma… Y ella, resuelta a no marcharse nunca de la ciudad, se dejaba hacer, complaciente.
Quedó hecha prisionera.
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Hanns Bolz, Montmartre (1910) |
De este modo, así fue como sucedió: ella dispuesta; los dedos de la pintora decididos... los lápices y el papel supieron hacer demasiado bien su trabajo.
Regresé sin ella. Se me perdió en aquella plaza, entre aquellas calles.
Regresé sin ella... o tal vez lo hice con ella en brazos: transformada para siempre en un bello lienzo enrollado.
✏️ Imagen de cabecera: Anónimo, De mulieribus claris (c. 1403)
Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 25 de noviembre de 2014 en el blog El cuaderno secreto de Lola
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