Cuanto más azul se ve del cielo, más enfadado se pone Titus B.
Y hoy, desde esta parte del camino -en la que apenas si nos rozan las ramas de unos pocos arbustos que no me llegan ni a la cintura-, se ve mucho azul. Y muy azul. 🤦🏻♀️
De modo que se ha parado. No quiere seguir andando mientras se vea el cielo, me dice.
No va a seguir andando.
Y me mira al compás que enarca una ceja. Solo una: la derecha. La izquierda la deja quieta. Imagina cómo lo hace, trata de imaginártelo porque es muy gracioso. Y me entran muchas ganas de reírme -delante de él, ¡madre mía!- de la cara que se le pone. Pero me aguanto porque se va a enfadar más. 🤭 Y a lo mejor hasta se va. Que sí. Que tú no lo conoces. Que Titus B. es el ser más susceptible que puedas encontrarte en este mundo.
El libro lo tiene abierto. Pero ahora no escribe. Me va a leer. Si es que es muy gracioso. Me va a leer. Date por enterada, mujercita, que esto que voy a leer va por ti. No te creas que va por el monstruo de San Borondón.
¡Ay de mí! -me digo sin decirlo-. ¡Qué duende!
En fin, que escucho lo que sea que me quiera leer esta tarde. Algo escrito en el siglo XIII por el alquimista Artefius. Y lo hago en silencio. Que, cuanto más brilla el sol, más azul se pinta el cielo y más enfadado se pone él, metido ahí en su cuerpecillo diminuto...
«¿Acaso no se sabe que el nuestro es un arte cabalístico? Con esto quiero decir que se revela solo de palabra y que está lleno de secretos.
Pero tú, pobre insensato (aquí es donde CLARAMENTE entra la referencia a mi persona 😅), ¿serás lo bastante necio como para creer que nosotros revelamos clara y abiertamente el más grande y más trascendental de todos los secretos, de forma que pudieras tomar nuestras palabras al pie de la letra? Te aseguro en verdad –pues no soy tan celoso como los otros filósofos– que aquel que quiera interpretar de acuerdo con el significado ordinario de las palabras lo que han escrito los otros filósofos, se perderá en los pasadizos de un laberinto del que nunca podrá salir, pues le faltará el hilo de Ariadna para orientarse y hallar el camino...».
✏️ Imagen de cabecera: Vasili Kandinski, Cielo azul (1940) 🌿✨️✨️
Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 4 de octubre de 2012 en mi viejo blog: Cuentos de Brocelianda
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