🌿 El lápiz de las dríades 🐦✨️

Dicen que, cuando el viejo árbol que habitan se muera, ellas morirán con él . Que las dríades -las hermosas ninfas que pueblan cada rincón entre todas las hojas del mundo... entre raíces, ramas y flores- en sus manitas solo tienen el tiempo con el que cuenta el árbol al que están unidas . La tarde que las vi por primera vez , una de esas tardes luminosas y tibias de principios de febrero en las que la vida se afana por renacer con tanta fuerza que es imposible que, sobre la tierra, haya alguna criatura -por anciana o niña que sea- que no perciba esa lucha, que no se estremezca ante ese grito mudo. John William Waterhouse,  Hamadríade  (1895) Que no alce los ojos al cielo y suspire de alivio: - Ya se van -se oirá decir a todos los ojos, muy bajito, casi con miedo-: las sombras, todas las sombras se van ya ... Esa tarde -decía-, las dríades me hicieron un regalo:  el precioso lápiz que unos duendes elaboraron para mí , siglos atrás , con madera de espino blanco y unas poqu...

16. El duende triste 😔

La paloma se marchó de mi regazo aquella misma madrugada. No hizo ruido. No le oímos las alas. Solo se fue.

Jan van Eyck, "Madonna con el canónigo Joris van der Paele" (1436). Detalle
Te había dicho que Titus B. está muy triste, ¿todavía quieres saber qué le pasa? Porque prometí contártelo, no se me olvida. Él no me ha dicho nada, pero ni falta que hace, lo conozco demasiado bien. Camina taciturno a mi lado, sin leer el Libro grande. Sin escribir nada en él. Camina en silencio. A veces me da miedo. Pienso que se lo puede estar llevando, ese silencio, cual gigante ladrón que carga al hombro un pajarillo. Fíjate que me entran hasta ganas de cogerlo en brazos, y arrullarlo como si fuera un niño chico, pero no lo cojo ni nada, se enfadaría muchísimo.

Al igual que yo, él -en medio de su soberbia pequeñez- también se imaginaba mi maestro. Y ahora ese Libro grande que tanto le pesa y que carga al andar le ha dicho que no, que él de maestro nada. Que no es nadie en este mundo de plomo que quiere ser oro.

Por eso está triste.

Y más triste que se pone cuando, apenas unos pasos más allá, nos encontramos -clavado en la orilla derecha de la senda- un letrero de madera tallado en forma de flecha que señala hacia alguna parte. Se ve nuevecito, parece recién colocado: “Villa de los maestros”, dicen las letras...

Villa de los maestros”, leo en voz alta mientras observo, con el rabillo del ojo, cómo una manita diestra acude a borrar el rastro que una lágrima está dejando en el fino cristal de las lentes que el duende acaba de colocarse sobre la nariz.

✏️ Imagen de cabecera: Jan van Eyck, Madonna con el canónigo Joris van der Paele (1436). Detalle ✨️✨️

Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 8 de noviembre de 2012 en mi viejo blog: Cuentos de Brocelianda

"Beato de Fernando I y doña Sancha" (BNE Vitr/14/2). Detalle
✨️✨️ No te vayas, peregrin@, sin dejar un comentario... 🙏🏻 Que, mientras esté formulado desde el respeto, será muy bien recibido 🙃✨️✨️
✨️ Lola ✨️

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