- ¿Adónde vas, Titus B.?
- Dónde vamos, dirás, mujercita.
- ¿Por qué?
Da media vuelta y agarra una de las pocas sillas de su tamaño que hay en la estancia. A la llama solitaria del candil que espanta la noche en la sala de la torre, el rostro muy serio del duende se llena de sombras.
- Mira lo que encontré.
Va hasta la estantería que tiene más cerca. No le hace falta encaramarse a ningún sitio ni nada para coger el libro que quiere mostrarme. Tira de él. Titus B. tiene mucha fuerza para ser tan anciano y tan pequeño. Lo abre en canal. Lo hojea, chuperreteándose el dedo índice para pasar las hojas, y al final se detiene en una página. Vuelve a la silla y se sienta.
- Mira.
Me agacho a su lado. Huele a heno, Titus B. Siempre huele a heno. Miro lo que quiere que vea. Un grabado de Alberto Durero llamado Melancolía I:
- El ángel de la estampa no encuentra lo que busca, por eso se desespera... Nunca obtendremos oro del plomo, mujercita. La alquimia no es más que una metáfora de la senda que han de recorrer las almas en su búsqueda de la perfección perdida.
Levanto los ojos y miro al duende.
Cierra el libro y se encoge de hombros. Está llenito de sombras y muy triste, Titus B.
- Ella tiene su lugar.
Regresa al pie de la estantería y devuelve el tratado a su sitio. Sin mirar atrás, toma el Libro grande -que llevaba desde ni se sabe agazapado en un rincón- y se encamina hacia la puerta. Yo, que sigo acuclillada, me incorporo.
- ¿Y el maestro Roger? ¿Ni siquiera le diremos adiós?
Empuja la puerta por toda respuesta. Tras ella hay una escalera de caracol muy larga que desciende a lo largo del torreón a oscuras.
Tomo el candil y voy tras él. Bajamos peldaño a peldaño. Cruzamos salas, pasillos y puertas. Todo está abierto y solo a nuestro paso. Dispuesto a dejarnos marchar. Al llegar a la verja de la entrada nos detenemos. Los dos. Sin que ninguno hubiera tenido que decir detente un momento al otro. Volvemos la vista atrás...
El presente relato fue publicado, por primera vez, el día 3 de junio de 2013 en mi viejo blog: Cuentos de Brocelianda.
Para que no se pierdan en el olvido, dejaré que dormiten aquí, bajo estas poquitas líneas, el comentario que recibió en aquel momento y la respuesta que yo le di 🙈, mira:
✨️✨️ No te vayas, peregrin@, sin dejar un comentario... 🙏🏻 Que, mientras esté formulado desde el respeto, será muy bien recibido 🙃✨️✨️
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Gracias por ser parte de mi mundo 😇🙏🏻