🌿 El lápiz de las dríades 🐦✨️

Dicen que, cuando el viejo árbol que habitan se muera, ellas morirán con él . Que las dríades -las hermosas ninfas que pueblan cada rincón entre todas las hojas del mundo... entre raíces, ramas y flores- en sus manitas solo tienen el tiempo con el que cuenta el árbol al que están unidas . La tarde que las vi por primera vez , una de esas tardes luminosas y tibias de principios de febrero en las que la vida se afana por renacer con tanta fuerza que es imposible que, sobre la tierra, haya alguna criatura -por anciana o niña que sea- que no perciba esa lucha, que no se estremezca ante ese grito mudo. John William Waterhouse,  Hamadríade  (1895) Que no alce los ojos al cielo y suspire de alivio: - Ya se van -se oirá decir a todos los ojos, muy bajito, casi con miedo-: las sombras, todas las sombras se van ya ... Esa tarde -decía-, las dríades me hicieron un regalo:  el precioso lápiz que unos duendes elaboraron para mí , siglos atrás , con madera de espino blanco y unas poqu...

4. El sueño del duende

Manuscrito Voynich

Se va la noche y llega al fin el alba. Las luciérnagas ahogan su brillo en la claridad creciente, la luna cierra los ojos y en las ramas más altas de los árboles y en las más bajitas de los arbustos la vida se despereza, rendida ante un sol de principios de verano que atemoriza al duende y lo hace correr a ocultarse en cualquier sitio. Cuando siente que está a salvo se despoja de las lentes, dejando que cuelguen del cordel en lo blandito del chaleco; bosteza haciendo mucho ruido, entorna los ojillos fatigados de tantísima lectura nocturna, y duerme.
                                          
Yo lo observo medio atontada. Debo descansar también. Debo y, sin embargo, siento que ninguna luz de ningún sol podrá aplacar en el sueño estas ansias de saber... De manera que me levanto y avanzo con cuidado hacia los libros: el manuscrito cifrado y el Libro grande que el duende dejó tumbados ante el huequecillo entre raíces que eligió como descanso. A modo de tapadera, a modo de tapadera encontró tiempo de disponerlos antes de cobijarse por dos motivos que a estas alturas bien me sé:

- El primero, impedir que deje de ser de noche en algún momento cualquiera de este día de julio.

- El segundo, despertar de inmediato si llegara el caso de que -llevada por a saber qué oscuro impulso de mi voluntad- trato de adelantarme a sus deseos y abro los libros. Y descubro en ellos eso que cree que para mí no es tiempo aún de descubrir…

Me agacho y pego la oreja contra el lomo del Libro grande. La respiración sosegada del duende se cuela por entre sus páginas. Arrodillada ante él lo estudio con detenimiento. Una doblez diminuta marca el borde de una de sus hojas… lo abro. De su interior emergen unas pocas letras y un montón de dibujos: los mismos de los que está llenito el manuscrito cifrado.

Abro mucho los ojos y la mente. Y leo

✏️ Imagen de cabecera: manuscrito Voynich 

Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 2 de julio de 2013 en mi viejo blog: Cuentos de Brocelianda

"Beato de Fernando I y doña Sancha" (BNE Vitr/14/2). Detalle
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✨️ Lola ✨️

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