El duende cierra el Libro grande y guarda silencio. Aún no ha concluido la retahíla de apuntes teóricos que tienen que ver con nuestro manuscrito misterioso, pero esta noche ya no quiere seguir leyendo.
Se acerca el alba y él va acortando los pasitos. Las luciérnagas que lo envuelven en su aleteo diminuto –sabias en los infinitos secretos que los duendes ocultan en la mirada- emprenden el camino de vuelta hacia las ramas más altas de los árboles. Titus B. me mira desde el fondo de sus lentes minúsculas. Me mira y busca un cobijo en donde sentarnos y comer algo.
Quiere descansar.
✏️ Imagen de cabecera: autor ¿desconocido? 🤔
Este relato apareció publicado, por primera vez, el día 4 de febrero de 2014 en el blog Cuentos de Brocelianda
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